(Extracto de la obra "Instrucciones para vivir en
México")
Con motivo
de salir de México a pasar una temporada, se me ocurre hacer un examen de
conciencia con el objeto de determinar qué es lo que más me irrita de este
país, cuyo nombre anda en boca de tanta gente demagógica y que sin embargo es
mi patria, primera, única y final. La verdad es que mientras más enojado estoy
con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento.
En primer lugar debo admitir que geográficamente hablando, México no tiene
peros. Hay de todo. Hay precipicios, llanuras, montañas, desiertos, bosques,
ríos que se desbordan, playas, etcétera. Todo esto cobijado por un clima
relativamente benigno. Sobre todo, hay dónde escoger. Si no le gusta a uno el
calor, se va al frío. Si no le gusta a uno la montaña, se va al llano.
Nomás que tiene defectos. El principal de ellos es el estar poblado por
mexicanos, mucho de los cuales son acomplejados, metiches, avorazados,
desconsiderados e intolerantes. Ah, y muy habladores.
A la mayor parte de estas características, que son responsables, en parte, de
que estemos como estamos, ya no les veo compostura ni a corto ni a mediano
plazo.
El mexicano es acomplejado. Este rasgo no tiene nada de inexplicable. Raro
sería que no lo fuera. Una buena parte de los mexicanos vive del favor
gubernamental, que es como vivir en el seno materno, que no es el lugar
propicio para desarrollarse cuando tiene uno cuarenta años. Otro grupo, más
numeroso, está frustrado por su ocupación: el que aprendió a hacer mecate de
lechuguilla tiene que hacerla de peón de albañil; el que era bueno para la
yunta, vende chiles; el que sabe hacer campechanas, maneja un taxi, y todos,
absolutamente todos, sabe que el único que prospera es el que tiene dinero que
es algo de lo que ellos carecen, y que por consiguiente están condenados a
pasar la vida nadando y estirando el pescuezo para no ahogarse.
Por si fuera poco, el mexicano es por lo común chaparrito, gordo y prieto, o en
su defecto, chaparrita, gorda y prieta, y se pasa la vida entre anuncios donde
aparecen rubios, blancos y largos, que corren por la playa, manejan coches
deportivos y beben cerveza. ¿No es para estar acomplejado?
El mexicano, como todos los pueblos educados bajo una ética rigurosa –hoy caída
en desuso-, está convencido de que el mundo está lleno de buenos y malos. Los
buenos somos nosotros y los malos los demás. El siguiente paso del razonamiento
consiste en suponer que todo lo que viene de fuera puede infectarnos, o, lo que
es más serio en términos mexicanos, denigrarnos. Así han nacido varios
instrumentos legales profilácticos de censura, cuya función puede ser
anticonstitucional, pero brota de lo más profundo del alma mexicana, que de por
sí quiere meterse en lo que no le importa y borrar lo que le molesta.
El mexicano es avorazado. ¿Por qué? Probablemente por hambre atrasada. La
mayoría de los mexicanos han visto tiempos peores, y la mayoría, también,
espera ver tiempos todavía peores que los pasados. Esto hace que un policía
parado en una esquina jugosa sea detestado por todos los automovilistas que pasan,
y al mismo tiempo, envidiado por muchos.
Además de hambre atrasada, el mexicano tiene muchas burlas a cuestas. Sabe que
vive en un mundo infantil, en el que el que no llora no mama. Esto lo hace
forzar la entrada en la vida. Avorazado no sólo de dinero, sino de posición,
finge que no ve la cola y se mete directo a la taquilla, da la vuelta donde le
conviene y causa un conflicto de tránsito; si es político, da un golpe cada vez
que puede, en venganza de todas las vejaciones que le hicieron antes y preparación
de los desastres que puedan venir.
Avorazados son todos, no nomás los comerciantes que suben los precios por si
suben los sueldos. Si es pesero, se empeña en cargar siete pasajeros, y si es
peatón se empeña a subirse en un camión en el que no cabe –por si ya no pasa
otro nunca jamás.
Además de avorazados los mexicanos son quejumbrosos, y peor, están satisfechos.
“Ni modo”, dicen, “así nacimos”. Lo cual es mentira. Todos los defectos que he
señalado podrán corregirse si no hubiera aquí “fuerzas oscuras” tratando de
fomentarlos.
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