martes, 24 de diciembre de 2013

"La Navidad no es un cuento" Ariel David Busso

Alguien me acercó un cuento de Navidad que leyó en alguna parte. Lo contaré a continuación porque realiza un hermoso viaje al corazón de Jesús Niño.
Se dice que, cuando los pastores se alejaron y la quietud volvió, el niño del pesebre levantó la cabeza y miró la puerta entreabierta. Un muchacho joven, tímido, estaba allí, temblando y temeroso.
- Acércate- le dijo Jesús- ¿Por qué tienes miedo?
- No me atrevo... no tengo nada para darte.
- Me gustaría que me des un regalo – dijo el recién nacido.
El pequeño intruso enrojeció de vergüenza y balbuceó:
- De verdad no tengo nada... nada es mío, si tuviera algo, algo mío, te lo daría... mira.
Y buscando en los bolsillos de su pantalón andrajoso, sacó una hoja de cuchillo herrumbrada que había encontrado.
- Es todo lo que tengo, si la quieres, te la doy...
- No - contestó Jesús- guárdala. Querría que me dieras otra cosa. Me gustaría que me hicieras tres regalos.
- Con gusto – dijo el muchacho- pero... ¿qué?
- Ofréceme el último de tus dibujos.
El chico, cohibido, enrojeció. Se acercó al pesebre y, para impedir que María y José lo oyeran, murmuró algo al oído del Niño Jesús:
- No puedo... mi dibujo es horrible... ¡nadie quiere mirarlo... !
- Justamente, por eso lo quiero... siempre tienes que ofrecerme lo que los demás rechazan y lo que no les gusta de ti. Además quisiera que me dieras tu plato.
- Pero... ¡lo rompí esta mañana! – tartamudeó el chico.
- Por eso lo quiero... Debes ofrecerme siempre lo que está quebrado en tu vida, yo quiero arreglarlo... Y ahora –insistió Jesús- repíteme la respuesta que le diste a tus padres cuando te preguntaron como habías roto el plato.
El rostro del muchacho se ensombreció, bajó la cabeza avergonzado y, tristemente, murmuró:
- Les mentí... Dije que el plato se me cayó de las manos, pero no era cierto... ¡estaba enojado y lo tiré con rabia!

- Eso es lo que quería oírte decir –dijo Jesús- Dame siempre lo que hay de malo en tu vida, tus mentiras, tus calumnias, tus cobardías, tus crueldades. Yo voy a descargarte de ellas... No tienes necesidad de guardarlas... Quiero que seas feliz y siempre voy a perdonarte tus faltas. A partir de hoy me gustaría que vinieras todos los días a mi casa.

domingo, 22 de diciembre de 2013

"Reflexionando un poco" Adriana Retana

Últimamente he reflexionado mucho sobre la forma en que manejo mi vida. No suelo hacer cosas fuera de lo común, de hecho casi siempre es monótona. Con la muerte tan cerca, pude darme cuenta que la vida, en sí, se me esta escapando de las manos y yo no he valorado o disfrutado lo suficiente de lo mucho que me ha dado. He decidido hacer un cambio: comenzaré, de verdad, a vivir. Por ello quiero compartirles algunas frases que en este momento de verdad que han tocado mi alma:

"La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida." André Malraux

"El suicidio solo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir que soportar sin tregua una vida llena de amarguras." Johann Wolfang Von Goethe

"Lo que me quede de vida, no quiero vivirlo en vano." Addison

"Nadie es tan joven que no pueda morir hoy." Petrarca

"No olvides que la muerte es el destino de todos." Versos Dorados. Recopilación de sentencias de los discípulos de Pitágoras.

"Apresúrate a vivir bien y piensa que cada día es, por sí solo, una vida" Séneca

"Si afirmas que tu vida carece de sentido porque un día deberás morir. ¿Cuál sería su sentido si hoy te dijeran que nunca morirás?... Mira que la cosa no cambia por el solo hecho de durar." Adolfo Roberto Arman

"Trata de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de tu vida todo de una sola vez." Adolfo Roberto Arman

"No me asusta morir 'un día', me asusta morir hoy." Alexander Solzenicyn

"Disfruta cada día como si fuera el último, es lo único que tenemos, el presente." Fercho

"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte." Leonardo Da Vinci

"El miedo a la muerte me mantiene vivo." Fito Paez

"Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oir nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir." Robert Louis Stevenson

"La vida humana eterna sería insoportable." José Ortega y Gasset

"El sentido de la vida está en vivir cada día tal como se nos presenta." Anthony Hopkins

"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene." Jorge Luis Borges

"Saber morir cuesta la vida." Antonio Porchia

La vida se nos puede ir en un instante y jamás podremos regresar a hacer lo que deseábamos. Justo en el momento en que más cerca ves la muerte es cuando más valoras la vida. 
¡Vive!

sábado, 21 de diciembre de 2013

"Amor es..." Adriana Retana

Amor es que pudiendo estar con un millón de personas elijas estar solo con una,
amor es otorgar el beneficio de la duda antes de declarar una sentencia de culpa absoluta,
amor es seguirte sintiendo enamorado a pesar del tiempo y de los hechos,
amor es que se te dibuje aquella sonrisa tonta al ver a esa persona especial,
amor es compartir tu felicidad y tu tiempo con ese alguien,
amor es desear más que nada en el  mundo el poder estar entre sus brazos,
amor es darle un beso inesperado, sin ninguna explicación más lógica,
amor es preocuparte por él o ella más que nada en el mundo y a pesar de la distancia,
amor es volverse a encontrar y sentir que el corazón se te sale de la emoción,
amor es confiar en que esa persona no te hará daño, aunque tenga las herramientas para hacerlo,
amor es extrañar, es recordar, es desear, es recrear momentos y sensaciones,
amor es seguir escogiendo compartir tu vida con esa persona a pesar de que solo seas muy feliz,
amor es no darte por vencido y confiar en que el destino tiene ya hecho un plan,
amor es sentir pasión en un beso, pero al mismo tiempo sentir una dulzura incomparable,
amor es descubrir que los sentimientos siguen ahí a pesar de que los creíamos ya olvidados,
amor es poder perderte en sus ojos y descubrir que su mirada es el más valioso de los tesoros,
amor es caerte, si, pero también es volver a levantarte.
Amor es no saber explicar cómo te sientes, pero si saber qué es lo que sientes.

"Oración de fin y principio de año"

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.
Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que
pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo,
el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando
y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año
y detengo mi vida ante el nuevo calendario
aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llevando a todas partes un corazón lleno
de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios
a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones
y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que,
cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de ti.

Danos un año feliz y enséñanos
a repartir felicidad.


Amén

viernes, 20 de diciembre de 2013

"Poema de la espera" José Angel Buesa

Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque yo sé que un día
como en amor, el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro pero eso no me importa.
Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.
Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta
que tendrás que ser mía.

Yo sé que tu eres de otro.
Pero la sed se sacia solamente en el fondo de la copa vacía.
Y como la paciencia puede más que la audacia
tu tendrás que ser mía.

Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos
yo seguiré esperando porque se que algún día
buscarás el refugio de mis brazos abiertos
y tendrás que ser mía.

"Te quiero" Luis Cernuda

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

"Un día..." Alfonsina Storni

Andas por esos mundos como yo; no me digas
que no existes, existes, nos hemos de encontrar;
no nos conoceremos, disfrazados y torpes
por los caminos echaremos a andar.

No nos conoceremos, distantes uno de otro
sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
Diremos, el camino volviendo a desandar.

Quizá nos encontremos frente a frente algún día,
quizá nuestros disfraces nos logremos quitar.
Y ahora me pregunto... cuando ocurra, si ocurre,
¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?

"Deseos" Salvador Díaz Mirón

Yo quisiera salvar esa distancia,
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.

Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
Yo quisiera, en el cielo de tus brazos,
¡beber la gloria que en tus labios tienes!...

Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte
para poder, como lo sueño a solas,
a un mismo tiempo por doquier besarte.

Yo quisiera ser lino, y en tu pecho,
allá en las sombras, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
y morir del placer de comprimirte.

¡Oh!...¡Yo quisiera mucho más!...¡Quisiera
llevar en mí, como la nube, el fuego;
más no, como la nube en su carrera,
¡para estallar y separarnos luego!...

Yo quisiera en mí mismo confundirte,
Confudirte en mí mismo y entrañarte;
Yo quisiera en perfume convertirte,
convertirte en perfume y aspirarte.

Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos.

Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verter sobre mi vida en calma
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter de lo azul de tu alma.

Aspirarte, mujer... De ti llenarme.
Y en ciego y sordo y mudo constituirme,
y ciego y sordo y mudo consagrarme
al deleite supremo de sentirte
y la dicha suprema de adorarte.

"Amor eterno" Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

lunes, 16 de diciembre de 2013

"Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos..." William Butler Yeats

«Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
porque nuestro amor declina».
Y responde ella:
«Aunque nuestro amor se desvanezca,
permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,
y qué lejano nuestro primer beso,
y qué viejo parece mi corazón!».
Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
«La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones».
Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un animalillo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño;  y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.
«No te lamentes», dijo él, «que estamos cansados
Porque otros amores nos esperan,
odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable,
ante nosotros yace la eternidad,
nuestras almas son amor y un continuo adiós».


Versión de Luis Zalamea

"Amor" Juan Ramón Jimenez

No, no has muerto, no.
Renaces,
con las rosas en cada primavera.
Como la vida, tienes
tus hojas secas; tienes tu nieve, como
la vida...
Mas tu tierra,
amor, está sembrada
de profundas promesas,
que han de cumplirse aún en el mismo
olvido.
¡En vano es que no quieras!
La brisa dulce torna, un día, al alma;
una noche de estrellas,
bajas, amor, a los sentidos,
casto como la vez primera.
¡Pues eres puro, eres
eterno! A tu presencia,
vuelven por el azul, en blanco bando,
blancas palomas que creíamos muertas...
Abres la sola flor con nuevas hojas...
Doras la inmortal luz con lenguas nuevas...
¡Eres eterno, amor,
como la primavera!

"¿Y ahora qué?" William Butler Yeats

En la escuela imaginaron sus camaradas preferidos 
que él llegaría a ser hombre famoso;
y él lo mismo pensó y vivió en esa idea,
sus veinte años repletos de trabajos:
«¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»

Todo lo que escribía se leía,
y años más tarde ganó
dinero suficiente para lo necesario,
amigos que en verdad fueron amigos;
«¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»

Sus sueños más felices se realizaron
-una vieja casita, mujer, hija e hijo,
y un terreno donde crecían el repollo y el ciruelo-,
y poetas e ingenios congregaba;
«¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»

«El trabajo está hecho -pensó ya viejo-
de acuerdo con mi plan juvenil;
y que rabien los necios, en nada me aparté de ese orden,
algo que se llevó a la perfección»;
mas cantaba el espectro aún más alto: «¿y, ahora, qué?»
.

Versión de Enrique Caracciolo Trejo

"Perdóname hoy mi impaciencia, amor mío..." Rabindranath Tagore

Perdóname hoy mi impaciencia, amor mío.
Es la lluvia primera del verano, y la arboleda del río
está jubilosa, y los árboles de kadam, en flor,
tientan a los vientos pasajeros con copas de vino de aroma.
Mira, por todos los rincones del cielo los relámpagos
dardean sus miradas, y los vientos se yerguen por tu pelo.
Perdóname hoy si me rindo a ti, amor mío. Lo de cada
día anda oculto en la vaguedad de la lluvia; todos los
trabajos se han parado en la aldea; las praderas están
abandonadas. Y la venida de la lluvia ha encontrado en tus
ojos oscuros su música, y julio, a tu puerta, espera, con
jazmines para tu pelo en su falda azul.

viernes, 13 de diciembre de 2013

"Una tarde de cine" Adriana Retana

Primero me sentí rara, me faltaba tu mano tomando la mía y tu hombro para poder recargar mi cabeza en el. 

Pedí mi lugar justamente para no tener que mezclarme con los demás asistentes. Solo quería estar sola y disfrutar la película que me habían recomendado. Fue la primera ocasión en que asistí a una función de cine sin compañía. 

Una pareja de enamorados ocupo los asientos que no le correspondían, el mío era uno de ellos. Les pedí de favor que se cambiaran a donde debían y, gracias a Dios, lo hicieron sin el mayor drama. Me senté, tome el celular para ponerlo en modo de silencio y espere a que la película comenzará.

Me encantó. Creo firmemente que las dos horas que invertí en el cine esa tarde valieron cada segundo. Tal vez me gustó tanto por la situación en la que me encuentro, probablemente me identifiqué. 

Llego un punto en el que gire la cabeza hacía el asiento junto a mi esperando encontrar tus ojos mirándome. No había nada.  No estaba tu cara, no estabas tú. Puse mi mano sobre la división del asiento, esperando que la tuya la tomará, pero de igual forma no sucedió nada. No estabas tú. No pude evitar que las lagrimas recorrieran mis ojos y llegaran a mis mejillas. Te extraño, lo admito. No tienes idea de cuánto desee que estuvieras a mi lado viendo aquella película y disfrutando del momento, como solíamos hacer. 

Lamentablemente mis anhelos ya no son posibles de alcanzarse. Yo no quiero intentar escalar hacia ellos ya. Miento: una parte de mi si quiere seguirlos, la otra parte dice que no debo seguirlos. Te quiero, pero no debo. Así son las cosas, así las formaste tu por medio de tus acciones. Aceptemos nuestras respectivas responsabilidades, aceptemos que ya no podemos estar juntos. 

Al final de la película, me sentí mucho mejor. Deje por un momento de extrañarte y empecé a disfrutar de mi momento de soledad. Me agrado bastante a mi misma justo en este punto; estoy tratando de aprender a quererme antes de querer a alguien más. Dicen que es lo correcto y que así las cosas funcionan mejor, así que lo intentaré. 


Por cierto, les recomiendo amplia mente la película: "About time". Vale la pena verla.

martes, 10 de diciembre de 2013

"Arco iris" Mario Benedetti

A veces
por supuesto
usted sonríe
y no importa lo linda
o lo fea
lo vieja
o lo joven
lo mucho
o lo poco
que usted realmente
sea

Sonríe
cual si fuese
una revelación
y su sonrisa anula
todas las anteriores
caducan al instante
Sus rostros como máscaras
sus ojos duros
frágiles
como espejos en óvalo
Su boca de morder
Su mentón de capricho
Sus pómulos fragantes
Sus párpados
su miedo

Sonríe
y usted nace
asume el mundo
mira
sin mirar
indefensa
desnuda
transparente

Y a lo mejor
si la sonrisa viene
de muy
de muy adentro
usted puede llorar
sencillamente
sin desgarrarse
sin desesperarse
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía

llorar
Sólo llorar

Entonces su sonrisa
si todavía existe
se vuelve un arco iris.

"Poema de la despedida" José Ángel Buesa

Te digo adiós y acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado y loco,
Me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco,
Pero si sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en el recuerdo,
Y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
Tal vez empiece a amarte como jamás te amé.

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
Aunque toda la vida siga pensando en ti.

"Hagamos un trato" Mario Benedetti

Cuando sientas tu herida sangrar
Cuando sientas tu voz sollozar
Cuenta conmigo.

Compañera,
Usted sabe
Puede contar
Conmigo
No hasta dos
O hasta diez,
Sino contar
Conmigo.

Si alguna vez
Advierte
Que la miro a los ojos
Y una veta de amor
Reconoce en los míos
No alerte sus fusiles
Ni piense "qué delirio",
A pesar de la veta
O tal vez porque existe
Usted puede contar
Conmigo.

Si otras veces
Me encuentra
Huraño sin motivo
No piense "qué flojera",
Igual puede contar
Conmigo.

Pero hagamos un trato,
Yo quisiera contar
Con usted,
Es tan lindo
Saber que usted existe,
Uno se siente vivo
Y cuando digo esto
Quiero decir contar
Aunque sea hasta dos
Aunque sea hasta cinco,
No ya para que acuda
Presurosa en mi auxilio
Sino para saber
A ciencia cierta
Que usted sabe que puede
Contar conmigo.

"Amor, de tarde" Mario Benedetti

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las cuatro
Y acabo la planilla y pienso diez minutos
Y estiro las piernas como todas las tardes
Y hago así con los hombros para aflojar la espalda
Y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las cinco
Y soy una manija que calcula intereses
O dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
O un oído que escucha cómo ladra el teléfono
O un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte por sorpresa
Y decirme "¿Qué tal?", y quedaríamos
Yo con la mancha roja de tus labios
Tú con el tizne azul de mi carbónico.

"Te acordarás un día" José Ángel Buesa

Te acordarás un día de esta pobre mujer, que te llenó de besos en cada amanecer.
Aquella que iba en la sombra con las manos vacía, porque te quiso tanto que no te lo decía.
Aquella mujer loca que volvió del olvido solo para quererte como nadie ha querido.
Aquella que fue cenizas de todas las hogueras y te cubrió de rosas sin que tu lo superas.
Te acordarás un día que yo, soy diferente y en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajera silenciosa de las noches de hastío que sembraba en la arena su corazón vacío.
Quizás así de pronto te acordarás un día que a veces yo callaba, y otras, sonreía.
Tu rosal preferido se secará en el huerto, como para decirte, esa mujer, ha muerto.
Y yo andaré en la sombra con mi sonrisa triste y únicamente entonces sabrás que me quisiste.

domingo, 8 de diciembre de 2013

"Lista de composturas. Examen de conciencia patriótica" Jorge Ibargüengoitia

(Extracto de la obra "Instrucciones para vivir en México")


Con motivo de salir de México a pasar una temporada, se me ocurre hacer un examen de conciencia con el objeto de determinar qué es lo que más me irrita de este país, cuyo nombre anda en boca de tanta gente demagógica y que sin embargo es mi patria, primera, única y final. La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento.
En primer lugar debo admitir que geográficamente hablando, México no tiene peros. Hay de todo. Hay precipicios, llanuras, montañas, desiertos, bosques, ríos que se desbordan, playas, etcétera. Todo esto cobijado por un clima relativamente benigno. Sobre todo, hay dónde escoger. Si no le gusta a uno el calor, se va al frío. Si no le gusta a uno la montaña, se va al llano.
Nomás que tiene defectos. El principal de ellos es el estar poblado por mexicanos, mucho de los cuales son acomplejados, metiches, avorazados, desconsiderados e intolerantes. Ah, y muy habladores.
A la mayor parte de estas características, que son responsables, en parte, de que estemos como estamos, ya no les veo compostura ni a corto ni a mediano plazo.
El mexicano es acomplejado. Este rasgo no tiene nada de inexplicable. Raro sería que no lo fuera. Una buena parte de los mexicanos vive del favor gubernamental, que es como vivir en el seno materno, que no es el lugar propicio para desarrollarse cuando tiene uno cuarenta años. Otro grupo, más numeroso, está frustrado por su ocupación: el que aprendió a hacer mecate de lechuguilla tiene que hacerla de peón de albañil; el que era bueno para la yunta, vende chiles; el que sabe hacer campechanas, maneja un taxi, y todos, absolutamente todos, sabe que el único que prospera es el que tiene dinero que es algo de lo que ellos carecen, y que por consiguiente están condenados a pasar la vida nadando y estirando el pescuezo para no ahogarse.
Por si fuera poco, el mexicano es por lo común chaparrito, gordo y prieto, o en su defecto, chaparrita, gorda y prieta, y se pasa la vida entre anuncios donde aparecen rubios, blancos y largos, que corren por la playa, manejan coches deportivos y beben cerveza. ¿No es para estar acomplejado?
El mexicano, como todos los pueblos educados bajo una ética rigurosa –hoy caída en desuso-, está convencido de que el mundo está lleno de buenos y malos. Los buenos somos nosotros y los malos los demás. El siguiente paso del razonamiento consiste en suponer que todo lo que viene de fuera puede infectarnos, o, lo que es más serio en términos mexicanos, denigrarnos. Así han nacido varios instrumentos legales profilácticos de censura, cuya función puede ser anticonstitucional, pero brota de lo más profundo del alma mexicana, que de por sí quiere meterse en lo que no le importa y borrar lo que le molesta.
El mexicano es avorazado. ¿Por qué? Probablemente por hambre atrasada. La mayoría de los mexicanos han visto tiempos peores, y la mayoría, también, espera ver tiempos todavía peores que los pasados. Esto hace que un policía parado en una esquina jugosa sea detestado por todos los automovilistas que pasan, y al mismo tiempo, envidiado por muchos.

Además de hambre atrasada, el mexicano tiene muchas burlas a cuestas. Sabe que vive en un mundo infantil, en el que el que no llora no mama. Esto lo hace forzar la entrada en la vida. Avorazado no sólo de dinero, sino de posición, finge que no ve la cola y se mete directo a la taquilla, da la vuelta donde le conviene y causa un conflicto de tránsito; si es político, da un golpe cada vez que puede, en venganza de todas las vejaciones que le hicieron antes y preparación de los desastres que puedan venir.
Avorazados son todos, no nomás los comerciantes que suben los precios por si suben los sueldos. Si es pesero, se empeña en cargar siete pasajeros, y si es peatón se empeña a subirse en un camión en el que no cabe –por si ya no pasa otro nunca jamás.
Además de avorazados los mexicanos son quejumbrosos, y peor, están satisfechos. “Ni modo”, dicen, “así nacimos”. Lo cual es mentira. Todos los defectos que he señalado podrán corregirse si no hubiera aquí “fuerzas oscuras” tratando de fomentarlos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

"La Bella y la Bestia" (Cuento infantil)

Había una vez un hombre muy rico que tenía tres hijas. De pronto, de la noche a la mañana, perdió casi toda su fortuna. La familia tuvo que vender su gran mansión y mudarse a una casita en el campo.

Las dos hijas mayores se pasaban el día quejándose por tener que remendar sus vestidos y porque ya no podían ir a las fiestas. En cambio la pequeña, a la que llamaban Bella por su dulce rostro y su buen carácter, estaba siempre contenta.

Un día su padre se fue a la ciudad a ver si encontraba trabajo. Cuando montó en su caballo, preguntó a sus hijas qué les gustaría tener, si él ganaba suficiente dinero para traerles un regalo a cada una. Sin apenas pensarlo, las dos hijas mayores gritaron:
-Para mí un vestido precioso.
-Y un collar de plata para mí.
Con su candorosa voz, Bella murmuró:
-Yo solamente quiero que vuelvas a casa sano y salvo. Eso me basta.
Su padre insistió:
-¡Oh, Bella, debe de haber algo que te apetezca!
-Bueno, una rosa con pétalos rojos para ponérmela en el pelo. Pero como estamos en invierno, comprenderé que no puedas encontrarme ninguna.
-Haré todo cuanto pueda por, complaceros a las tres, hijas mías.
Diciendo esto emprendió la marcha a todo galope.

En la ciudad, todo le fue mal. No encontró trabajo en ninguna parte. Los únicos regalos que pudo comprar fueron frutas y chocolate para sus dos hijas mayores, pero no consiguió la flor para Bella. Cuando regresaba a casa, su caballo se hizo daño en una pata y tuvo que desmontar.

De repente se desató una tormenta de nieve y el desgraciado hombre se encontró perdido en medio de un oscuro bosque.

Entonces percibió, a través de la ventisca, un gran muro y unas puertas con rejas de hierro forjado bien cerradas. Al fondo del jardín, se veía una gran mansión con luces tenues en las ventanas.

-Si pudiera cobijarme aquí... No había terminado de hablar cuando las puertas se abrieron. El viento huracanado le empujó por el sendero hacia las escaleras de la casa. La puerta de entrada se abrió con un chirrido y apareció una mesa con unos candelabros y los manjares más tentadores.

Miró atrás, a través de los remolinos de nieve, y vio que las puertas enrejadas se habían cerrado y su caballo había desaparecido.

Entró. La puerta chirrió de nuevo y se cerró a sus espaldas.

Mientras examinaba nerviosamente la estancia, una de las sillas se separó de la mesa, invitándole claramente a sentarse. Pensaba...
"Bien, está visto que aquí soy bien recibido. Intentaré disfrutar de todo esto."

Tras haber comido y bebido todo lo que quiso, se fijó en un gran sofá que había frente al fuego, con una manta de piel extendida sobre el asiento. Una esquina de la manta aparecía levantada como diciendo: "Ven y túmbate." Y eso fue lo que hizo.

Cuando se dio cuenta, era ya por la mañana. Se levantó, sintiéndose maravillosamente bien, y se sentó a la mesa, donde le esperaba el desayuno. Una rosa con pétalos rojos, puesta en un jarrón de plata, adornaba la mesa. Con gran sorpresa exclamó:
-¡Una rosa roja! ¡Qué suerte! Al fin Bella tendrá su regalo.
Comió cuanto pudo, se levantó y tomó la rosa de su jarroncito.

Entonces, un rugido terrible llenó la estancia. El fuego de la chimenea pareció encogerse y las velas temblaron. La puerta se abrió de golpe. El jardín nevado enmarcaba una espantosa visión.

¿Era un hombre o una bestia? Vestía ropas de caballero, pero tenía garras peludas en vez de manos y su cabeza aparecía cubierta por una enmarañada pelambrera. Mostrando sus terribles colmillos gruñó:
-Ibas a robarme mi rosa ¿eh? ¿Es ésa la clase de agradecimiento con que pagas mi hospitalidad?
El hombre casi se muere de miedo.
-Por favor, perdonadme, señor. Era para mi hija Bella. Pero la devolveré al instante, no os preocupéis.
-Demasiado tarde. Ahora tienes que llevártela... y enviarme a tu hija en su lugar.
-¡No! ¡No! ¡No!
-Entonces te devoraré.
-Prefiero que me comas a mí que a mi maravillosa hija.
-Si me la envías, no tocaré un solo pelo de su cabeza. Tienes mi palabra.
Ahora, decide.

E1 padre de la chica accedió al horrible trato y la Bestia le entregó un anillo mágico. Cuando Bella diera tres vueltas al anillo, se encontraría ya en la desolada mansión.

Fuera, en la nieve, esperaba el caballo, sorprendentemente curado de su cojera, ensillado y listo para la marcha. La vuelta a casa fue un calvario para aquel hombre, pero aún peor fue la llegada cuando les contó a sus hijas lo que había sucedido. Bella le preguntó...
-¿Dijo que no me haría ningún daño, de verdad, papá?
-Me dio su palabra, cariño.
-Entonces dame el anillo. Y por favor, no os olvidéis de mí.
Se despidió con un beso, se puso el anillo y le dio tres vueltas.
Al segundo, se encontró en la mansión de la Bestia.

Nadie la recibió. No vio a la Bestia en muchos días. En la casa todo era sencillo y agradable. Las puertas se abrían solas, los candelabros flotaban escaleras arriba para iluminarle el camino de su habitación, la comida aparecía servida en la mesa y, misteriosamente, era recogida después...

Bella no tenía miedo en una casa tan acogedora, pero se sentía tan sola que empezó a desear que la Bestia viniera y le hablara, por muy horrible que fuera.

Un día, mientras ella paseaba por el jardín, la Bestia salió de detrás de un árbol. Bella no pudo evitar un grito, mientras se tapaba la cara con las manos. El extraño ser hablaba tratando de ocultar la aspereza de su voz.
-¡No tengas miedo. Bella! Sólo he venido a desearte buenos días y a preguntarte si estás bien en mi casa.
-Bueno... Preferiría estar en la mía. Pero estoy bien cuidada, gracias.
-Bien. ¿Te importaría si paseo un rato contigo?
Pasearon los dos por el jardín y a partir de entonces la Bestia fue a menudo a hablar con Bella. Pero nunca se sentó a comer con ella en la gran mesa.

Una noche, Bella le vio arrastrándose por el césped, bajo el claro de luna. Impresionada, intuyó en seguida que iba a la caza de comida. Cuando él levantó los ojos, la vio en la ventana. Se cubrió la cara con las garras y lanzó un rugido de vergüenza.

A pesar de su fealdad, Bella se sentía tan sola y él era tan amable con ella que empezó a desear verle.

Una tarde, mientras ella leía sentada junto al fuego, se le acercó por detrás.
-Cásate conmigo, Bella.
Parecía tan esperanzado que Bella sintió lástima.
-Realmente te aprecio mucho, Bestia, pero no, no quiero casarme contigo. No te quiero.
La Bestia repitió a menudo su cortés oferta de matrimonio. Pero ella siempre decía "no", con suma delicadeza.

Un día, él la encontró llorando junto a una fuente del jardín.
-¡Oh, Bestia! Me avergüenza llorar cuando tú has sido tan amable conmigo. Pero el invierno se avecina. He estado aquí cerca de un año. Siento nostalgia de mi casa. Echo muchísimo de menos a mi padre.

Con alegría oyó que la Bestia le respondía:
-Puedes ir a casa durante siete días si me prometes volver.
Bella se lo prometió al instante, dio tres vueltas al anillo de su dedo y... de pronto apareció en la pequeña cocina de su casa a la hora del almuerzo. La alegría fue tan grande como la sorpresa.

Total, que pasaron una maravillosa semana juntos. Bella contó a su familia todas las cosas que le habían sucedido con su extraño anfitrión y ellos le contaron a su vez todas las buenas nuevas. La feliz semana pasó sin ninguna palabra o señal de la Bestia. Pensaba..."Quizá se ha olvidado de mí. Me quedaré un poquito más."

Pasó otra semana y, para su alivio, nada ocurrió. La familia también respiró con tranquilidad. Pero una noche, mientras se peinaba frente al espejo, su imagen se emborronó de repente y en su lugar apareció la Bestia. Yacía bajo el claro de luna, cubierta casi completamente de hojas. Bella, llena de compasión, exclamó:
-¡Oh, Bestia! Por favor, no te mueras. Volveré, querida Bestia.
Al instante dio vuelta al anillo tres veces y se encontró a su lado en el jardín. Acomodó la enorme cabeza de la Bestia sobre su regazo y repitió: -Bestia, no quiero que te mueras. Bella intentó apartar las hojas de su rostro. Las lágrimas brotaban de sus ojos y rociaban la cabeza de la Bestia.

De repente, una voz con timbre diferente se dirigió a Bella.
-Mírame, Bella. Seca tus lágrimas. Bella bajó la vista y observó que estaba acariciando una cabeza de pelo dorado. La Bestia había desaparecido y en su lugar se encontraba el más hermoso de los seres humanos.
El joven tomó su cabeza entre las manos y Bella preguntó: -¿Quién eres?
-Soy un príncipe. Una bruja me maldijo y me convirtió en una bestia para siempre. Sólo el verdadero amor de una mujer me ha librado de la maldición. Oh, Bella, estoy tan contento de que hayas regresado... Y ahora, dime, ¿te casarás conmigo?

-Pues claro que sí, mi príncipe.

Desde aquel momento los dos vivieron llenos de felicidad

"El final llego" Adriana Retana

Ganas de vomitar... es lo único que siento cuando te pienso ahora. Me da mucho enojo como acabaron las cosas, pero me da más que nada una profunda tristeza.

No creí que fueras así. No tú. Tú no. Me dolió en el alma saberte tan distinto a como creí que eras. No sé si fue tu plan, su plan o simplemente fue el destino. Solo sé que me pego en lo más hondo.

Ayer revise a fondo mi cuenta de facebook y ahí estabas, como era de esperarse. No importo. Hoy termine en tu cuenta de twitter de alguna forma y fue al leerte cuando comprendí mucho del porque decidiste alejarte.

Fue mi culpa: por ser tan berrinchuda, caprichosa, por hartarte hasta hacer que dejaras de quererme, por no escucharte o prestarte la atención suficiente, por ser arrogante y por hacer un drama de cualquier cosa.

Fue tu culpa: por solo pensar en ti y en mantener tu ego, por dejarte conducir al extremo de ser cortante y hasta grosero, por tu falta de tolerancia (no paciencia debo aclarar) y por no decirme exactamente que sentías.

Fue el destino: por hacer que tuviera que irme de la ciudad y no haberme permitido acompañarte cuando más me necesitabas.

Fue nuestra culpa: por dejar de luchar por el gran amor que un día nos tuvimos.

En resumen, la culpa la tuvimos ambos, pero al mismo tiempo ninguno.

Tengo un nudo en la garganta. Me estoy aguantando las ganas tan tremendas que tengo de llorar.

Mi naturaleza me dicta sentirme culpable. Hasta cierto punto fui yo la que te orillo a dejar de amarme. Hice que tuvieras que soportar mis berrinches, mis enojos sin fundamento suficiente y hasta mi total apatía hacia la vida. Lo reconozco todo y te pido una sincera disculpa por ello.

Tu conociste a una yo completamente distinta, te enamoraste de ella y siempre fue a ella a quien buscaste. No amaste en verdad a quien era yo en ese momento. Después mostraste un lado tuyo que no creí que pudiera ser tan malo, empezaste a ser egoísta, solo viste por ti y me dejaste de lado. Y a pesar de que ya no fuéramos nada, me traicionaste de la peor manera al final.

Intente cambiar, te lo prometo, pero ya era muy tarde. Aun así, jamás volvería a ser la que fui porque el tiempo nunca regresa. Me esforcé por ser detallista, por corresponder a todo el amor que me dabas. Reconocí uno de los más grandes errores que cometí: terminar contigo por un impulso. Qué curioso, un impulso me llevo a ti y un impulso me alejo, y quizá para siempre.

Siempre admire tu forma tan sencilla de ver la vida, la felicidad sincera que tenias y tus ganas de sacar adelante todo. No sé, eras una gran persona a mis ojos. Eres una buena persona. Por ti reaccione a la vida y ponche mi burbuja rosa. Tu tranquilidad, la paz que me producía estar contigo. Tus ganas de ver un mundo más justo y  tu perseverancia en lo que deseas obtener. Tienes muchas cualidades, no las escondas o las dejes a mitad del camino.

Si, vivimos cosas magnificas que solo tú y yo sabemos. Si, éramos muy distintos, pero sabíamos complementarnos. Si, fuimos felices y estuvimos enamorados.

Al final, lo único que hicimos fue lastimarnos. Yo te lastime y tú me lastimaste. Es muy triste para mí vernos ahora.


Necesito seguir, pero es tan difícil. Te tengo grabado dentro y no encuentro forma de borrar o si quiera tapar tu huella. No te reclamaré ya nada, no te pediré más disculpas, ni te dirigiré alguna palabra, es más ni siquiera volteare los ojos hacia donde te encuentres. Fue maravilloso, pero tengo que aceptar que el final llego.