domingo, 12 de enero de 2014

"Reencuentro" José Jiménez

Es mediodía. En tiempo pasa rápido. Siempre con gran movimiento, personas de un lugar a otro, entran, salen, algunos aprisa, otros despacio como si el tiempo los desafiara de alguna manera. Niños, jóvenes, adultos, todos con diferentes destinos. Una jornada más de trabajo, como todos los innumerables días que ha vivido Luis desde que empezó a trabajar una vez que termino sus estudios, recibe documentación para trámites en una oficina pública, con la experiencia adquirida y la madurez que brota en la piel al correr los años. Cuarenta y tres años a cuestas y cabello entrecano. De pronto, en ese mar de gente ve a una mujer y queda paralizado como si hubiera visto un fantasma, palidece y retrocede de forma inconsciente, intenta esconderse entre el tumulto y los muebles de oficina. No lo puede creer, duda. Ha pasado tanto tiempo que le resulta difícil descubrir en esa figura a alguien que quiso tanto.
-¿Lucia? se pregunta el mismo. No es posible.
Intenta recordarla ocasión que la vio por última vez. Joven, bella, inocente, cautivadora.
Ella lo descubre, se detiene un momento. No sabe qué hacer. Se ve indefensa, frágil, insegura, diferente, pero bella. Sin embargo, se recupera de la sorpresa y continúa su andar en el inmueble. El nunca la había visto con ese semblante. Siente tristeza, pero al mismo tiempo una gran alegría. Han pasado algunos años, pero en ese momento parece que ha pasado un instante.
Al salir de su asombro, Luis va a su encuentro, la saluda titubeante.
-Ho-Hola Luci ¡Que sorpresa! ¿Có-cómo estás?,
-Hola Luis, pues no muy bien dice Lucia nerviosa y pregunta tímidamente.
-Y tú ¿cómo estás? ¿Aquí trabajas?
-B-Bien contesta Luis y continúa sin disimular su asombro.
-S-Si, desde hace algunos años.
Por un momento recuerdan: Lucia, las cartas que le envió y que nunca contesto. Luis, la cita en el parque que nunca llego. Fue un encuentro inesperado para ambos. Jamás pensaron en verse de nuevo. Y en ese momento no estaban preparados para recordar anécdotas, ni decirse reclamos. Él se olvidó de su monotonía, de la oficina, de todo. Se centró en ella. A ella le paso lo mismo, se aferró a él como un náufrago a un trozo de madera en el mar y olvido a que iba a ese lugar. Fueron pocos minutos. Pero se les hicieron segundos y se despidieron. No hablaron de más. Prometieron verse en los próximos días, en los próximos meses. En realidad, no sabían cuándo.
Un tiempo después del reencuentro Luis se preguntó. "Qué fue de ella en todos estos años. ¿Se casó? ¿Trabaja? ¿En dónde?" porque el destino lo separo de ella si deseaba unir sus vidas después de concluir sus estudios. La ve fugazmente, y desaparece de la misma manera como en aquellos tiempos sin dejar el menor rastro. Desde ese momento no es lo mismo. La inesperada visita lo perturbo.
"Qué pensaría de mí" se preguntó.
"Sabrá que me case sin estar enamorado"-sigue pensando.
No ha dejado de pensar un solo momento en ella. Se siente cambiado, joven y a veces más viejo.
-¡Como ha pasado el tiempo! Dijo.
-¿Por qué ahora se encontraron de nuevo? se pregunta.
No sabe en realidad si la volverá a ver. Pero le agradaría tanto verla nuevamente, a pesar de no saber nada de ella en mucho tiempo.
Lucia por su parte, vive una situación similar. No podía concentrarse en su trabajo, piensa en el momento en que lo volvió a ver. Se preguntó por qué no le dijo que explicara la razón de no contestar sus cartas. Si se había casado y con quien, se atormentaba con tantas preguntas que sentía perder la razón. "Por qué me interesa Luis ahora después de tanto tiempo de no verlo" Termina su reflexión poco antes de quedarse dormida con un dolor en su brazo derecho que le recorre hasta la altura de la cintura.
Poco tiempo después, se reunieron en algún café de la ciudad donde crecieron, ese lugar que los había cobijado la mayor parte de sus vidas, donde ellos la han visto crecer y transformarse; hacerse vieja y también joven, sufrir como ellos y sentirse adulta; muy cerca donde lograron su triunfo académico, cuando empezaron a forjar su futuro y sus sueños; ahí comenzaron recordar nuevamente; de la juventud pasada, de las peripecias estudiantiles, de las metas en común, de los amigos, de los más lejanos que ya no están y de los más cercanos que no saben dónde quedaron. A conocerse o reconocerse una vez más, las vivencias, sus experiencias, alegrías y tristezas, sus bodas, los hijos, las separaciones; por alguna razón todas les parecieron similares que se sorprendieron, no hubo reclamos. Se sintieron felices, platicando de sus recuerdos. Se confesaron que les alegraba estar juntos. Se sentían completos a pesar de su insignificancia humana, viajaban a la felicidad, a la alegría y al pasado, no querían que se terminara el momento. Al despedirse la separación los entristece, se angustian ante la pregunta que ya obsesiona sus mentes.
-¿Cuándo nos veremos nuevamente? Dice Luis.
-Dentro de una semana contesta ella.
-Tenemos mucho mas de que hablar.
Se despiden abrazándose y besándose la mejilla.
Desde su reencuentro, ella se ve distinta, más hermosa, pero mantiene un semblante de tristeza. Recuerda esos tiempos académicos, que a pesar de los años la transportan y la hacen soñar... soñar que pueden cambiar las cosas que pueden cambiar las metas, que puede cambiar el destino; ese destino que se empecina en no ser tan grandioso.
Vivió en su juventud con Luis grandes alegrías, cumpleaños, reuniones con amigos, sus citas, lo único que faltaba ahora es recuperar el amor, ese amor incondicional de épocas remotas que tienen escondido por sus fracasos, temen que salga y se desboque cayendo a un abismo del cual ya no van a sobrevivir, amor que se ve en sus ojos, pero que se empeñan en callar.
Este inesperado reencuentro les ha devuelto la vida, la vitalidad que estaba desfallecida. Ha vuelto a ser la que conoció, con su sonrisa cautivadora, esa risa contagiosa, el coqueteo y la voz tan encantadora que cada vez que Luis la escucha por teléfono, desea verla, tenerla a su lado.
-No es posible ahora. No sé cuándo, le dice Lucia.
Siguen soñando, soñando en estar juntos, sentirse felices, verse antes de que termine el día. Y Lucia piensa "Antes de que se acabe el tiempo, de que sea demasiado tarde, de que todo termine"
Transcurre el tiempo Lucia camina por la calle con paso apresurado, fatigada, trata de no ser vista y entra a un edificio. Le preocupa que la vea Luis, pues siguen viéndose una vez por semana. Se siente culpable por no decir algo que no la tiene preocupada y no la deja dormir. Se ve ojerosa. Su semblante pálido ya es una característica en ella, aun conserva su belleza y su sonrisa cautivadora. Pasan dos horas y sale del inmueble. Con prisa se dirige al automóvil que dejo estacionado cerca de ahí. Quiere huir, no sabe hacia dónde dirigirse siente pánico y las imágenes las ve borrosas, parece desfallecer en cualquier momento y piensa en un instante en sus hijos.
Por su parte Luis también está preocupado, pero de una forma distinta. No le ha dicho a Lucia que conoció a una persona, poco antes de volverla a ver. Se encuentra confundido y no ha decidido cuando se lo va a comentar. Tampoco le ha dicho a la otra persona de sus salidas con Lucia. No sabe que hacer y menos cuando su hijo lo cuestiona por sus acciones.

Lucia y Luis se reúnen en un lugar en donde nunca hubieran querido hacerlo. En un hospital. Ella se encuentra muy enferma y el totalmente abatido. Los acontecimientos que se han suscitado han permitido que ellos estén más unidos, sin embargo sus ilusiones no se han podido cristalizar, el reencuentro final ha quedado truncado y la felicidad será aplazada para otra ocasión.

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