Es mediodía. En tiempo pasa rápido.
Siempre con gran movimiento, personas de un lugar a otro, entran, salen, algunos
aprisa, otros despacio como si el tiempo los desafiara de alguna manera. Niños,
jóvenes, adultos, todos con diferentes destinos. Una jornada más de trabajo,
como todos los innumerables días que ha vivido Luis desde que empezó a trabajar
una vez que termino sus estudios, recibe documentación para trámites en una
oficina pública, con la experiencia adquirida y la madurez que brota en la piel
al correr los años. Cuarenta y tres años a cuestas y cabello entrecano. De
pronto, en ese mar de gente ve a una mujer y queda paralizado como si hubiera
visto un fantasma, palidece y retrocede de forma inconsciente, intenta
esconderse entre el tumulto y los muebles de oficina. No lo puede creer, duda.
Ha pasado tanto tiempo que le resulta difícil descubrir en esa figura a alguien
que quiso tanto.
-¿Lucia? se pregunta el mismo. No es
posible.
Intenta recordarla ocasión que la
vio por última vez. Joven, bella, inocente, cautivadora.
Ella lo descubre, se detiene un
momento. No sabe qué hacer. Se ve indefensa, frágil, insegura, diferente, pero
bella. Sin embargo, se recupera de la sorpresa y continúa su andar en el
inmueble. El nunca la había visto con ese semblante. Siente tristeza, pero al
mismo tiempo una gran alegría. Han pasado algunos años, pero en ese momento
parece que ha pasado un instante.
Al salir de su asombro, Luis va a su
encuentro, la saluda titubeante.
-Ho-Hola Luci ¡Que sorpresa!
¿Có-cómo estás?,
-Hola Luis, pues no muy bien dice
Lucia nerviosa y pregunta tímidamente.
-Y tú ¿cómo estás? ¿Aquí trabajas?
-B-Bien contesta Luis y continúa sin
disimular su asombro.
-S-Si, desde hace algunos años.
Por un momento recuerdan: Lucia, las
cartas que le envió y que nunca contesto. Luis, la cita en el parque que nunca
llego. Fue un encuentro inesperado para ambos. Jamás pensaron en verse de
nuevo. Y en ese momento no estaban preparados para recordar anécdotas, ni
decirse reclamos. Él se olvidó de su monotonía, de la oficina, de todo. Se
centró en ella. A ella le paso lo mismo, se aferró a él como un náufrago a un
trozo de madera en el mar y olvido a que iba a ese lugar. Fueron pocos minutos.
Pero se les hicieron segundos y se despidieron. No hablaron de más. Prometieron
verse en los próximos días, en los próximos meses. En realidad, no sabían cuándo.
Un tiempo después del reencuentro
Luis se preguntó. "Qué fue de ella en todos estos años. ¿Se casó?
¿Trabaja? ¿En dónde?" porque el destino lo separo de ella si deseaba unir
sus vidas después de concluir sus estudios. La ve fugazmente, y desaparece de
la misma manera como en aquellos tiempos sin dejar el menor rastro. Desde ese
momento no es lo mismo. La inesperada visita lo perturbo.
"Qué pensaría de mí" se
preguntó.
"Sabrá que me case sin estar
enamorado"-sigue pensando.
No ha dejado de pensar un solo
momento en ella. Se siente cambiado, joven y a veces más viejo.
-¡Como ha pasado el tiempo! Dijo.
-¿Por qué ahora se encontraron de
nuevo? se pregunta.
No sabe en realidad si la volverá a
ver. Pero le agradaría tanto verla nuevamente, a pesar de no saber nada de ella
en mucho tiempo.
Lucia por su parte, vive una
situación similar. No podía concentrarse en su trabajo, piensa en el momento en
que lo volvió a ver. Se preguntó por qué no le dijo que explicara la razón de
no contestar sus cartas. Si se había casado y con quien, se atormentaba con
tantas preguntas que sentía perder la razón. "Por qué me interesa Luis
ahora después de tanto tiempo de no verlo" Termina su reflexión poco antes
de quedarse dormida con un dolor en su brazo derecho que le recorre hasta la
altura de la cintura.
Poco tiempo después, se reunieron en
algún café de la ciudad donde crecieron, ese lugar que los había cobijado la
mayor parte de sus vidas, donde ellos la han visto crecer y transformarse;
hacerse vieja y también joven, sufrir como ellos y sentirse adulta; muy cerca
donde lograron su triunfo académico, cuando empezaron a forjar su futuro y sus
sueños; ahí comenzaron recordar nuevamente; de la juventud pasada, de las peripecias
estudiantiles, de las metas en común, de los amigos, de los más lejanos que ya
no están y de los más cercanos que no saben dónde quedaron. A conocerse o
reconocerse una vez más, las vivencias, sus experiencias, alegrías y tristezas,
sus bodas, los hijos, las separaciones; por alguna razón todas les parecieron
similares que se sorprendieron, no hubo reclamos. Se sintieron felices,
platicando de sus recuerdos. Se confesaron que les alegraba estar juntos. Se
sentían completos a pesar de su insignificancia humana, viajaban a la felicidad,
a la alegría y al pasado, no querían que se terminara el momento. Al despedirse
la separación los entristece, se angustian ante la pregunta que ya obsesiona
sus mentes.
-¿Cuándo nos veremos nuevamente?
Dice Luis.
-Dentro de una semana contesta ella.
-Tenemos mucho mas de que hablar.
Se despiden abrazándose y besándose
la mejilla.
Desde su reencuentro, ella se ve
distinta, más hermosa, pero mantiene un semblante de tristeza. Recuerda esos
tiempos académicos, que a pesar de los años la transportan y la hacen soñar...
soñar que pueden cambiar las cosas que pueden cambiar las metas, que puede
cambiar el destino; ese destino que se empecina en no ser tan grandioso.
Vivió en su juventud con Luis grandes
alegrías, cumpleaños, reuniones con amigos, sus citas, lo único que faltaba
ahora es recuperar el amor, ese amor incondicional de épocas remotas que tienen
escondido por sus fracasos, temen que salga y se desboque cayendo a un abismo
del cual ya no van a sobrevivir, amor que se ve en sus ojos, pero que se
empeñan en callar.
Este inesperado reencuentro les ha
devuelto la vida, la vitalidad que estaba desfallecida. Ha vuelto a ser la que
conoció, con su sonrisa cautivadora, esa risa contagiosa, el coqueteo y la voz
tan encantadora que cada vez que Luis la escucha por teléfono, desea verla,
tenerla a su lado.
-No es posible ahora. No sé cuándo,
le dice Lucia.
Siguen soñando, soñando en estar
juntos, sentirse felices, verse antes de que termine el día. Y Lucia piensa
"Antes de que se acabe el tiempo, de que sea demasiado tarde, de que todo
termine"
Transcurre el tiempo Lucia camina
por la calle con paso apresurado, fatigada, trata de no ser vista y entra a un
edificio. Le preocupa que la vea Luis, pues siguen viéndose una vez por semana.
Se siente culpable por no decir algo que no la tiene preocupada y no la deja
dormir. Se ve ojerosa. Su semblante pálido ya es una característica en ella,
aun conserva su belleza y su sonrisa cautivadora. Pasan dos horas y sale del
inmueble. Con prisa se dirige al automóvil que dejo estacionado cerca de ahí.
Quiere huir, no sabe hacia dónde dirigirse siente pánico y las imágenes las ve
borrosas, parece desfallecer en cualquier momento y piensa en un instante en
sus hijos.
Por su parte Luis también está
preocupado, pero de una forma distinta. No le ha dicho a Lucia que conoció a
una persona, poco antes de volverla a ver. Se encuentra confundido y no ha
decidido cuando se lo va a comentar. Tampoco le ha dicho a la otra persona de
sus salidas con Lucia. No sabe que hacer y menos cuando su hijo lo cuestiona
por sus acciones.
Lucia y Luis se reúnen en un lugar
en donde nunca hubieran querido hacerlo. En un hospital. Ella se encuentra muy
enferma y el totalmente abatido. Los acontecimientos que se han suscitado han
permitido que ellos estén más unidos, sin embargo sus ilusiones no se han
podido cristalizar, el reencuentro final ha quedado truncado y la felicidad
será aplazada para otra ocasión.
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