"-Y ahora voy a decirte- añadió con el mismo murmullo
vehemente y apasionado-, voy a decirte lo que es un amor verdadero. Es una
devoción ciega que para nada tiene en cuenta la propia humillación, la absoluta
sumisión, la confianza y la fe, contra uno mismo y contra el mundo entero, y
que entrega el propio corazón y la propia alma al que los destroza..., como
hice yo." Señorita Havisham.
"- Muchas veces he pensado en usted - dijo Estella.
- ¿De veras?
-últimamente con mucha frecuencia. Pasó un tiempo muy largo
y muy desagradable, cuando quise alejar de mi memoria el recuerdo de lo
que desdeñé cuando ignoraba su valor; pero, a partir del momento en que mi
deber no fue incompatible con la admisión de este recuerdo, le he dado un lugar
en mi corazón.
- Pues usted siempre ha ocupado un sitio en el mío -
contesté."
"He sufrido mucho; mas creo que, gracias a eso, soy
mejor ahora de lo que era antes. Sea considerado y bueno conmigo, como lo
fue en otro tiempo, y dígame que seguimos siendo amigos." Estella
"Yo le tomé la mano y salimos de aquel desolado lugar.
Y así como las nieblas de la mañana se levantaron, tantos años atrás,
cuando salí de la fragua, del mismo modo las nieblas de la tarde se
levantaban ahora, y en la dilatada extensión de luz tranquila que me
mostraron, ya no vi la sombra de una nueva separación entre Estella y
yo." Pip
"Cuando pedí relaciones a tu hermana y le ofrecí
llevarla al altar cuando le placiera y estuviese dispuesta a venir a la
herrería, le dije: Y trae a la pobre criatura, ¡Dios le bendiga! ¡No faltará
sitio para él en la herrería!". Joe
"—Mírame —dijo la señorita Havisham—. ¿No tienes
miedo de una mujer que no ha visto el sol desde que tú naciste?
Siento tener que confesar que no temí decir la enorme mentira comprendida en la respuesta: «No».
—¿Sabes qué toco aquí? —dijo ella, llevándose las manos, una sobre otra, al costado izquierdo.
—Sí, señora. (Me hizo pensar en el joven.)
—¿Qué toco?
—Su corazón.
—¡Destrozado! "
Siento tener que confesar que no temí decir la enorme mentira comprendida en la respuesta: «No».
—¿Sabes qué toco aquí? —dijo ella, llevándose las manos, una sobre otra, al costado izquierdo.
—Sí, señora. (Me hizo pensar en el joven.)
—¿Qué toco?
—Su corazón.
—¡Destrozado! "
"¡Destrózales el corazón, esperanza y orgullo mío,
destrózales el corazón y no tengas piedad!" Señorita Havishman
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